Javier Urra | 13 de julio de 2019
Los padres no deben exponer a sus hijos a la valoración de la sociedad, sabedores de que más allá de la red hay pederastas y amenazas por secuestro.
Los niños son ciudadanos de pleno derecho. No nos pertenecen. Son del presente y del futuro.
Se entiende bien que los padres estén orgullosos de sus hijos, pero no han de exponerlos, y mucho menos sobreexponerlos, a la valoración y conductas de la sociedad en general y de unos individuos a los que no conocemos.
En Francia y otros países próximos estamos viendo que jóvenes que alcanzan la mayoría de edad recriminan a sus padres y, en ocasiones, buscan retribución económica por haberlos utilizado, primordialmente si los padres son de los denominados famosos.
Seamos prudentes y no expongamos a los niños. No sobreactuemos. No nos vanagloriemos tanto
Naturalmente, cuando la gente se va de vacaciones, si es prudente no lo comenta ni lo cuelga en la red. Pues si eso se hace para un bien preciado como es el hogar, cuánto más para unos hijos, sabedores de que más allá hay algún pederasta y alguien que puede pensar en amenazas por secuestro, sea o no real.
Y qué decir del ciberacoso.
Por lo tanto, seamos prudentes y no expongamos a los niños. No sobreactuemos. No nos vanagloriemos tanto.
Repito, cada ser humano es un sujeto individual que merece todo el respeto y más cuando son niños.
La Fiscalía de Menores, donde he trabajado treinta y dos años, persigue con denuedo las imágenes que son lesivas para los niños, si son emitidas por los medios de comunicación. Mal haremos si rompemos esta protección desde los propios progenitores.
Y repito, se entiende la satisfacción de los padres, de los abuelos. Pero los riesgos son reales. Y, si alguien duda, que pregunte a los profesionales del equipo tecnológico de la Guardia Civil o de la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional.
Nos encontramos ahora con situaciones complejas, como son las fiestas de Navidad o de San Juan, en las que algunos padres quieren fotografiar y retransmitir lo que está aconteciendo, siendo que otros progenitores se niegan en redondo a que sus hijos aparezcan.
Esta es una sociedad, desde mi criterio, excesivamente presentista y narcisista. La intimidad es una característica esencial del ser humano. Mostremos, enseñemos, demos ejemplo a nuestros hijos del respeto a uno mismo.
Más no es necesariamente mejor. Propugno la austeridad en muchos aspectos de la vida, por ejemplo en el consumo, y también en la exposición pública (por ejemplo, para que vean que soy coherente y congruente con lo que digo, yo aparezco mucho en los medios de comunicación, pero jamás hablo de mi vida personal, familiar. Tan es así que si me van a grabar al despacho o en casa retiro las fotografías de mis nietos).
Propugno la austeridad en muchos aspectos de la vida, por ejemplo en el consumo, y también en la exposición pública
Créanme, autolimítense, porque la verdad es que todo lo que se graba y cuelga se puede distribuir para todos y para siempre. Que nunca nos tengamos que arrepentir de una conducta que entendimos que no era preocupante.
No confundamos lo que es global, universal, con lo que es el espacio igual, repetible.
Termino volviendo a preguntar: ¿qué contestarán a sus hijos el día de mañana a la pregunta de «por qué colgaste tantas fotografías mías»?